Los 10 estados de la Geocracia mundial

ÆT95-18.5

La teoría política moderna sobre el ‘Estado’ está muy subdesarrollada, porque no tiene en cuenta su fundamentación ni en el instinto familiar, ni en el espiritual. En consecuencia, el panorama político hoy en día presenta un entendimiento general del Estado como un ente filosóficamente omni-abarcante, sin límites conceptuales. Esto genera una perpetua guerra civil entre aquellos que quieren suprimirlo totalmente, y aquellos que quieren que éste domine sobre todo. Los primeros pretenden destrozar los sistemas de justicia social, mientras que los segundos pretenden destrozar la iniciativa privada.

Mi visión de lo que es el Estado está basada en la presunción de que éste es la plasmación a escala macro-política de una dinámica natural y automática de carácter universal, que emerge a partir de las diferentes dicotomías a las que un individuo se va enfrentando a medida que se relaciona con las demás personas. Esta dinámica tiene 10 etapas, o estados, que siguen éste determinado orden:

1: COMUNIDAD: El primer estado político y fundamental es el de una comunidad de individuos, ligada por lazos de sangre. En el seno de ésta no existe (en su extremo) una diferenciación en el ego de una persona entre la identidad que surge a partir de su propio cuerpo, y la identidad del conjunto. Más que una democracia, esta comunidad es una comunión política de simbiontes cuyo propósito fundamental está basado en la crianza de las nuevas generaciones, el cuidado de los miembros ancianos, el mantenimiento de una estructura cultural de significado vital, y la protección y salvaguarda de injerencias exteriores.

2: SOCIEDAD: En una comunidad de animales gregarios, entre los cuales incluimos a los seres humanos, la fenomenología de la sexuación implica que se forman tres tipos de polaridades políticas. Éstas son la polaridad natural, protagonizada por el clan de hembras; la polaridad universal, protagonizada por el séquito del macho alfa; y la polaridad institucional, protagonizada por la cuadrilla de muchachos que buscan destronar el macho alfa y su séquito.

Las pretensiones del clan de hembras están basadas en una voluntad fundamental de paz duradera, óptima para la crianza de las crías. Los machos compiten entre sí para acceder a la cópula, y las sucesivas generaciones de machos se van sucediendo según crece y mengua la fuerza e inteligencia de tanto jóvenes como viejos. Las hembras van observando ese proceso, intermediando a su conveniencia.

Una sociedad moderna es en el fondo una versión compleja y retorcida del impulso masculina de asociación, con el objetivo de ganar poder y legitimidad para acceder a la cópula. Se puede considerar todo tipo de institución, empresa, secta religiosa, o fuerza armada, en la que en sus dinámicas internas no entran en juego cuestiones relacionadas con el clan familiar.

3: DISTRITO: Un distrito, o ciudad, o comarca, etc. debe considerarse un paraje geográfico (que desde un punto de vista contemporáneo y óptimo, debería tener entre 50.000 y 200.000 habitantes, con mediana en 100.000), en el que las condiciones geográficas y las dinámicas institucionales naturales relacionadas con las economías de escala y la optimización de procesos conllevan a que surja un monopolio natural, un atractor, que hace que la mejor idea a largo plazo acabe siendo instituir una representación política estable que se sitúa en un nivel cualitativamente superior a cualquier tipo de comunidad o sociedad imaginable. Esta institución debe tener por fuerza un idioma oficial y un territorio definido.

4: TRADICIÓN: Este estado emerge cuando la fuerza del monopolio de la gestión de un distrito, y su tendencia estandarizadora, choca contra los intersticios, variaciones y heterogeneidades irregulares y locales de la realidad presente. Un ejemplo tonto: no está permitido usar la vía pública para sentarse y hacer un picnic con los amigos, pero a veces la función del suelo que ocupa la vía pública se transmuta para servir a barbacoa multitudinaria en una fiesta mayor, o una procesión, o una media maratón. En la categoría de tradición en tanto que cuarto estado político se pueden englobar todo tipo de especificaciones normativas de carácter estético, organizativo, circulatorio, etc. cuya fundamentación moral no va más allá de la voluntad amorosa del pueblo afectado y patrocinador de tales especificaciones.

5: ESTATUTO: Un estatuto aparece cuando una especificación normativa tradicional choca contra un cierto sentido de justicia abstracta o universal inherente a la vida y el ser humano. Aquí es donde entran en juego los llamados derechos humanos, y también se puede considerar aquí un estatuto, filosóficamente hablando, el código civil, o normativas profesionales, o relativas al comportamiento de un individuo en el seno de una secta religiosa, o un ejército. Un estatuto va dirigido a las personas, no tiene porqué tener un monopolio geográfico, unas fronteras que dictaminan una aplicación o no dependiendo si estamos dentro o fuera de un territorio.

6: NACIÓN: Un país, nación, o imperio (hay hoy en día alrededor de 200 en el mundo), es una reificación incontestable de todas las fuerzas políticas que emergen en una zona geográfica, y que por fuerza acaban creando un territorio propio con una frontera con otros territorios. Este sexto estado es el origen y la consecuencia del monopolio de la violencia, de la organización tributaria, de la fuerza irradiadora de las ideas culturales, religiosas e idiomáticas de un conglomerado de tradiciones, y del compendio de monopolios naturales que emergen en el proceso de organización social, empezando por la educación y la sanidad. En el monopolio de la violencia se engloba la represión contra el enemigo interno (policía), el enemigo externo (fuerzas armadas), la gestión de las cárceles, y la estructuración de la judicatura con su código penal. Toda nación, igual que todo distrito, ha de tener idioma oficial y territorio delimitado.

7: TRATADO: Un tratado, un sistema internacional, una unión política, etc. surge cuando emerge una fuente de autoridad que esclarece el camino a seguir en una serie de contextos, que supercede la autoridad del sexto estado político, pero no eliminándolo, sino actuando como elemento ligador, fascista (ojo! en el sentido etimológico de la palabra!) de una serie de actores que mantienen su independencia y preponderancia. Organizaciones como la ONU o la Unión Europea, los diversos tratados de extradición, de seguridad alimentaria, de comercio internacional, y un larguísimo etcétera forman parte de este séptimo estado político.

8: RELIGIÓN: Una religión, en el contexto de esta narración, emerge y se diferencia de un país en el momento en el que se sitúa conscientemente fuera del orden internacional y/o estatutario y actúa de forma potencialmente libre en su totalidad (en cuanto a institución, ya que en el proceso de adquisición de esa libertad colectiva puede cercenar la libertad de los individuos que la integran). No es pertinente suponer que este octavo estado solo aparezca en contextos relacionados con proyectos de carácter espiritual, aunque muchas veces es así; es preciso remitirse al significado etimológico básico y laico de la palabra religión. Hay diversos ejemplos de lo que constituye este octavo estado: una rebelión campesina en curso, las etnias judía o gitana, sectas de carácter comercial o espiritual, los regímenes colectivistas y comunistas de la era moderna, etc.

Muchas veces, una religión (en este contexto) existe y persiste en el tiempo a pesar del deseo de actores políticos rivales que, con mayor o menor acierto, desean pero se ven materialmente incapaces de hacer que desaparezcan (dada la correlación de fuerzas de ese contexto); o también porque precisamente desean que coexistan en tanto que elementos complementarios y subalternos de lo que consideran la sociedad principal y estándar. Es por eso que normalmente mientras el orden internacional tiende a una voluntad homogeneizadora y universalista, las religiones de este octavo estado tienden a una voluntad diferenciadora.

9: RÉGIMEN: El noveno estado político, de nombre difuso que puede también ser referido como ciencia, iglesia, u orden mundial, es la caracterización de la voluntad política hegemónica central de la sociedad. Ésta surge a partir de una nación de sexto estado o una religión de octavo estado que por algún motivo consigue que su capacidad de acción originada de su voluntad sea suprema en el espacio geográfico que maneja. A partir de entonces ya no tiene una voluntad diferenciadora, sino homogeneizadora, con la diferencia con una nación de un sexto estado en que esta voluntad de homogeneizadora no se quiere dar a partir de una confluencia con las naciones vecinas en igualdad de condiciones (a nivel de la legitimidad de la existencia de su orden político), sino que tiene una voluntad avasalladora, aspiradora, fusionadora.

Durante el transcurso de la historia, antes de la globalización han existido varios regímenes: en las américas, el imperio azteca y sobre todo el inca (basado en el culto al rey sol). En china, la preponderancia de la autoridad imperial sobre el ‘tian shan’ (todo bajo el cielo) para constituir el ‘zhong guo’ (reino central). El islam siempre ha hablado de encapsular la humanidad bajo la ‘islamabad’ (bóveda del islam). El imperio persa aqueménida, la visión de alejandro magno, el universalismo budista de chandragupta maurya, los imperios timúrida, mongol y mughal, la hispanidad cristiana y el imperio romano también constituyen ejemplos de pulsiones universalistas. También el ‘destino manifiesto’ de los USA de gobernar sobre todo el continente americano, y también el proyecto político de la URSS, y probablemente otros más que me dejo en el tintero. La iglesia católica ha sido probablemente el régimen universalista más exitoso de la humanidad, ya que a través de su técnica de separación iglesia-estado (dar al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios), es la única institución política que se ha conseguido infiltrarse en el seno de todas las naciones del planeta.

Es de esperar que en un futuro, dada la rapidísima e inevitable dirección globalizadora que está viviendo el conjunto de culturas humanas, emerja una especie de régimen eclesial laico, modelado institucionalmente de forma inspirada en la iglesia católica, pero basado en principios que solo pueden ser demostrados mediante el método científico, y un continuo y sempiterno debate lógico-axiomático abierto a todos los actores sociopolíticos existentes.

Las conclusiones formales de estos debates probablemente acaben impulsando un pulso también sempiterno entre una única voluntad paternalista luchando contra un anillo de voluntades separatistas repartidas por todos los continentes. En este combate que afectaría a todos los niveles del ordenamiento de la conducta humana en sociedad, es de esperar que la correlación de fuerzas esté normalmente siempre a favor del bando centralista, con un límite marginal igual de férreo que permitiría la supervivencia de las alternativas políticas (el sistema por definición no puede ir en contra de su propia normativa, empezando por los derechos humanos). Asistiremos por tanto a la reificación política del debate filosófico occidental tradicional sobre ‘porqué Dios permite que el Hombre sea libre para potencialmente hacer el Mal’, solo que ya no será Dios, sino que será El Sistema.

Añado que para mí lo lógico sería que la capitalidad de esta institución se sitúe en Dubai, por constituir la opción geoestratégica más natural para sustituir a Nueva York (actual sede de la ONU) como capital internacional de facto. Continuando con esta divertida especulación, también es de esperar que los países bajo el embrujo de la tradición islámica mahometana estén más predispuestos psicológicamente que el resto en erigirse como cuerpo social y demográfico que dé apoyo a este régimen internacional. Las sucesivas generaciones que vivirán durante el siglo XXI con toda seguridad no podrán resistir la decadencia y desaparición de todos los aspectos arcanos y carentes de lógica de la tradición islámica, pero es del todo improbable que se vean capaces de abandonar su sustrato monoteísta y supremacista.

Por tanto veríamos una mutación consistente en el mantenimiento de la estructura de pensamiento islámica, sin Mahoma, laicizada; que haría de cultura alfa y pegamento entre las mentalidades europea, africana y asiática, además de convertirse probablemente en la única gran zona del mundo con normativas de carácter patriarcal, prohibiendo expresiones sexuales alternativas, el divorcio libre, el uso problemático de sustancias psicoactivas, y el derecho completo de libre asociación. Hacia esas tierras constituyendo este ‘sión’ laico y definitivo, podríamos ver una migración de las clases altas e intelectuales de todas las naciones.

Mientras tanto, los Estados Unidos, ese gran enemigo de las culturas tradicionales de Eufrasia, podría implosionar como estructura estatal y convertirse en una tierra sin estado central, una conjuntación orgánica de estructuras liberales y semi privadas, sectas espirituales, e instituciones libres de toda clase, que harían de baluarte acuoso a la dureza del sistema central.

Además, es de esperar que eventualmente, mediante la ayuda de la inteligencia artificial y extensos debates filológicos, se acabe constituyendo un idioma nuevo y artificial, no perteneciente a ninguna cultura, para hacer de idioma humano común. También sería necesaria la institución de un nuevo alfabeto simple y apto para todos los idiomas, y la reordenación del calendario para que el principio del año coincida con el día del solsticio de invierno, y para laicizarlo, dado que el cómputo actual está basado en el nacimiento de una figura histórica concreta, la de Jesucristo.

0: REPRESENTACIÓN: El décimo y último estado político es un estado especial, un meta-estado, y sirve únicamente como un elemento conceptual que sirve como desatascador de paradojas conceptuales. Una representación es ni más ni menos que la reificación exacta de aquello que conceptualmente se quiere instituir. Es decir: la diferencia entre un distrito, y el edificio de la sede del distrito es que este edificio es la representación del distrito, pero no es obviamente el distrito en sí. Esta diferenciación viene muy bien a la hora de establecer normativas que modelan o cercenan la libertad del comportamiento de un individuo; permiten prohibir que se grite en un parlamento, pero no fuera, y demás cosas de esta naturaleza. Además, la inclusión de representaciones permite establecer un sistema de códigos postales a nivel mundial basado en esta categorización decimal.

Nota adicional:

La palabra Geocracia es un vocablo por lo general no usado que etimológicamente se derivaría de dos raíces griegas, siendo geo- tierra (geografía) y -cracia poder (aristocracia). La palabra vendría a significar poder de la tierra, y puede ser usada como símil de geopolítica, o dicho de forma más exacta, la ciencia que habla de la relación entre la geografía y las dinámicas de poder. También se podría usar para sustituir la palabra ‘Estado’, que siempre me ha parecido una término demasiado improvisado para hablar del ordenamiento político humano.

Es curioso que la palabra que se usa para definir a las comunidades políticas soberanas sea una tan insustancial como ‘Estado’, haciendo referencia al estado de las cosas, un poco como si se le hubiera llamado la ‘cosa’. Probablemente la cuestión no esté en la falta de originalidad en la historia del pensamiento político, sino en que en todo intento de reificar un proyecto político con un sustantivo propio, ya automáticamente este bautizo puede generar un contradiscurso automáticamente asociado a él, lo que desuniversaliza el mote inicial.

Aún y así, gracias a este sistema decimal, puedo usar la palabra estado de una forma etimológicamente canónica, en el que cada renglón es el estado del orden político en el que vive inmerso un individuo, siendo cada renglón/estado la superación de una paradoja, estadio, o irresolución anterior. La suma de todos estos estados sería, ahora sí, lo que políticamente en la edad moderna en occidente se le ha llamado Estado y yo llamo Geocracia, dándole un tinte/vibras de hormiguero planetario al asunto, por decirlo de alguna manera.

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