10 mapas con ineficiencias territoriales en la escala municipal

ÆT76-18.2

Escrito el 22/02/2021 y revisado posteriormente varias veces. Pendiente de ser publicado en El Cuaderno Digital.

10 mapas con ineficiencias territoriales a escala municipal

En la prehistoria, los homo sapiens vivían en tribus. No poseían territorio alguno, y sus vidas estaban enlazadas en una comunión espiritual con la naturaleza. El cielo era su techo, y en las estrellas veían visiones y patrones que les guiaban a través del espacio-tiempo. La tierra era su matriz, cuna y tumba, escenario infinito en el que representaban las crudas y apasionantes experiencias vitales de la depredación, la orgía, y los rituales místicos. 

Hoy, sus descendientes, en un inexplicable gusto por complicarnos la vida, vivimos enmarañados en una complejísima estructura administrativa multi-estamental, que combina listados de competencias, códigos legales, tratados internacionales, adjudicaciones de contratos, corporaciones públicas, peajes, paradores y oficinas postales. Y por si fuera poco, este sistema se ha vuelto demasiado simple, tecnológicamente obsoleto y administrativamente ineficiente.

Aquí va, pues, una lista de 10 mapas que nos servirán para detallar los diversos límites y disfunciones paradigmáticas del sistema de gestión territorial municipal. Todos los ejemplos se sitúan en Cataluña, ya que es la región que conozco más de cerca, pero los comentarios son extrapolables al resto de España. 

Es verdaderamente admirable la absoluta gesta de la administración pública del siglo XIX de conseguir trazar unos mapas catastrales y de términos municipales demarcados de forma tan detallada, en medio de la recurrente inestabilidad política y el atraso tecnológico, pero eso no quita que todas aquellas fronteras trazadas en su día se están volviendo cada vez más engorrosas. Este mapa, por ejemplo, muestra la compleja situación que hoy por hoy comparten los municipios de Sant Cugat del Vallès y Cerdanyola del Vallès.

-La frontera entre ambos municipios está cerquisima del límite de Sant Cugat. El efecto que esto ha tenido es que la ciudad no ha podido crecer más en esta dirección, ya que el ayuntamiento de Cerdanyola jamás iba a recalificar y urbanizar esos terrenos tan lejanos. Además, se erigió en su día una zona de construcción alegal, industrial y algo desagradable que desentona con el municipio justo al lado suyo.

-Bellaterra, la urbanización top3 clase alta de Catalunya (3000 habitantes en mansiones) siempre fue urbanísticamente despreciada por el ayuntamiento de Cerdanyola, por estar tan lejos, y por el choque entre clases sociales. Ha habido un movimiento localista persistente para conseguir la independencia municipal, pero eso solo puede decidirlo el Parlament. Hoy por hoy parece que se están moviendo fichas para que la urbanización se integre en el municipio de Sant Cugat, que es más pijo y receptivo a su idiosincrasia.

-La UAB y su campus en medio de la nada son, a todos los efectos, una entidad urbanísticamente independiente, y lo más lógico sería otorgarles al rectorado competencias urbanísticas como mínimo parciales. Pero esto choca contra la rigidez del aparato legal. 

El municipio de la Roca del Vallès, perfecta mixtura entre extrarradio barcelonés y clásica aldea catalana pre-moderna, se ha hecho recientemente famoso por el hecho de que Salvador Illa fue alcalde ahí. Las crónicas periodísticas lanzadas en la campaña electoral catalana nos cuentan la interesante historia política del municipio. Básicamente, el término municipal hace que el ayuntamiento tenga que estar encargándose de 3 núcleos poblacionales al mismo tiempo, y las batallas han solido ser siempre cainitas.

La verdad es que no tiene ningún sentido que el barrio de La Torreta lo tenga que administrar el ayuntamiento de La Roca que está a dos autopistas de distancia, y no el de Granollers, que es absolutamente contiguo, y para más inri, capital comarcal. Pero es eso, la rigidez de los mapas municipales y el aparato legal impide hacer nada. Esta clase de situaciones son muy comunes en toda España. 

Probablemente una de las grandes razones por las cuales no se abre este particular melón es porque a la administración pública y la clase política les debe dar un enorme mareo el abrir la enorme caja de pandora de las rencillas intermunicipales, hasta ahora acalladas por el brazo de acero del titánico y tiránico estado central. Pero algún día habrá que hacerlo.

Este mapa es un muy buen resumen que encapsula los grandes problemas que estamos enumerando, y lo vamos a analizar como si de un cuadro en el museo del Prado se tratase.

-El protagonista es el núcleo poblacional de Les Fonts, encajonado en el valle entre Terrassa, y Rubí (al sur del mapa). Una zona que dispone de idiosincrasia propia, flamante estación de FGC incluida, y que sin embargo jamás ha tenido independencia competencial. Y para el colmo, ha estado seccionada burdamente entre Terrassa y Sant Quirze, que está en el otro lado de la sierra.

Justamente estos últimos dos años, el ayuntamiento de Terrassa ha conseguido dar un golpe encima de la mesa, y tras presionar a Territori, hacer lobbying, reunirse con vecinos y etc… todo apunta a que muy pronto la zona entera de Les Fonts será parte de Terrassa. Ahora solo falta que la pequeña villa se constituya en municipio independiente (spoiler: no va a pasar).

-A la izquierda, en la sierra, tenemos la yuxtaposición de un pueblo de montaña antiguo que jamás terminó de crecer, Ullastrell, que dispone de ayuntamiento propio con todas las de la ley, y la gigantesca urbanización de Les Martines, perteneciente a Rubí y Terrassa mitad y mitad, que no dispone de ningún nexo propio de gestión, administrativo o simbólico. En Ullastrell vive menos gente.

Aquí se puede apreciar uno de los casos más exagerados de la problemática que representa el surgimiento de urbanizaciones del extrarradio en los últimos 50 años, muchas de ellas de forma irregular, que constituyen un modelo urbano al que la actual configuración normativa y administrativa no es capaz de integrar satisfactoriamente en el aparato territorial. La situación actual condena a las urbanizaciones  al olvido administrativo, la dejadez, y la falta de democracia interna, lo cual no deja de ser macabramente poético para el perfil de sus habitantes, normalmente gente que desea que el mundo les deje en paz. 

Este mapa da cuenta de la anécdota que representa la existencia del minúsculo caserío de Os de Civís (menos de 100 habitantes), que al estar totalmente enclavado dentro de los valles andorranos, solo se puede acceder a él cruzando territorio andorrano (excepto por una pista forestal navegable en verano). Se ve que hace más de un siglo los habitantes del pueblo decidieron de qué país ser mediante un combate pugilístico entre los dos pastores más mazaos que representaban cada bando político. Ganó el bando español. Viva España cojones. 

Este mapa nos enseña la zona del barrio de Vallbona, en la orilla del Besòs entre Barcelona y Montcada i Reixac. Es un ejemplo perfecto de las consecuencias nefastas de este modelo municipal anticuado. Vallbona está literalmente en la esquina de Barcelona municipio, detrás de las montañas. Es un barrio de origen chabolístico y muy olvidado por la administración. Las veces que Ada Colau le habrá dedicado unidades de pensamiento a esta zona en los últimos 5 años probablemente se pueden contar con los dedos de la mano.

La parte norte de la zona urbana pertenece a Montcada, que sí que recibe una atención pública mínimamente digna. Es obvio que el ayuntamiento de Barcelona tiene que simplemente regalarle a Montcada la zona más allá de la vía de RENFE.  

El municipio de Sant Adrià de Besòs es un pobre frankenstein. Un claro ejemplo de víctima de la urbanización desmedida. Está claro que hace un siglo, cuando todo esto era campo (y lo era), a nadie se le ocurrió pensar en la aberración en que se convertiría la frontera municipal.

Para empezar tenemos el clásico dolor de cabeza catastral que suponen las líneas que atraviesan manzanas urbanas como si fueran una tarta cortada por un esquizofrénico (una constante en las áreas metropolitanas españolas). Pero aunque se regularizara la situación estableciendo el término de forma más racional, también ocurre que hoy por hoy todos los pequeños barrios charnegos situados a camino entre Sant Adrià, Santa Coloma y Badalona (granero de votos de Albiol, por cierto), constituyen una red de relaciones y dinámicas a los que las fronteras municipales se deberían acoplar para mayor eficiencia de todos.

También está el tema de La Mina. El infame barrio gitano. Situado más allá del término municipal de Barcelona, en esta particular esquina que antes de toda la remodelación urbanística que vino con el ‘Fòrum’ era un auténtico cul-de-sac (y bueno, ahora también), ahí siempre han ido un poco a su bola. Es el fruto de la construcción social de viviendas de bloques de edificios de muy poca calidad destinadas para gitanos provenientes de chabolas arrasadas (sobretodo en la zona de Montjuïc y el puerto) y tiene una historia bastante trágica. Construido de tal forma que anulaba el estilo de relaciones sociales y empresariales gitanas, este intento de ‘civilizarlos’ lo único que ha hecho es conseguir romper más la identidad gitana y condenarla al ostracismo económico, y la delincuencia.

Esta masa informe de bloques soviéticos tarde o temprano tendrá que ser totalmente demolida, y en su lugar deberán erigirse construcciones en forma de villas multi-habitacionales para familias extendidas, con patios interiores, locales comerciales a pie de calle, y edificaciones de carácter social e institucional. Un modelo urbanístico que se acople a la idiosincrasia gitana. 

Este mapa muestra una zona cercana a Sabadell, donde hay dos cosas a destacar. Lo primero, es que a la izquierda vemos el municipio de Badia del Vallès, un pelotazo urbanístico creado en los años 60 con la forma de España (esa clase de cosas que la cuenta de twitter @EspañaBizarra disfruta). Al ser uno de los primeros proyectos urbanísticos a gran escala, la gestión municipal se implementó de una forma ad-hoc, mediante una mancomunidad de gestión formada por los municipios que tenían la propiedad del terreno, Barberà y Cerdanyola.

Lo curioso es que en este caso es que en el año 1994, el barrio se emancipó totalmente, convirtiéndose en municipio. Lo destacable es que esto es una excepción a la regla. Normalmente una población nueva sin arraigo ancestral jamás acaba teniendo municipio propio. En este caso, probablemente el engorro de la gestión mancomunal pudo haber propiciado el salto. Normalmente las mancomunidades intermunicipales, que no hay muchas, se limitan a gestiones conjuntas de competencias concretas. Como ejemplo, dos municipios vecinos compartiendo una corporación de gestión de residuos municipales, pero una mancomunidad gestionando un núcleo urbano entero es algo muy distinto. En definitiva, la historia de Badia es un faro de esperanza para todos aquellos barrios, distritos, urbanizaciones y entidades municipales descentralizadas (EMDs) que sueñan con su particular independencia.

El segundo aspecto que cabe resaltar es el enorme y muy español polígono industrial de Santigà, a la derecha. Este estilo de demarcaciones poligonales tan demarcadas no se estilan en otros países. De hecho, en general, el modelo urbanístico español es uno de los más compactos y ordenados del mundo. En la mayoría de países, la mayor parte de edificaciones suelen estar desperdigadas por el territorio de forma más o menos caótica y difuminada. Tres factores suelen influir en el grado de exageración de este fenómeno: el primero siendo el nivel de fertilidad y frondosidad del terreno (zonas atlánticas y tropicales), el segundo el nivel de individualismo o tribalismo en la cultura del lugar, y el tercero, el nivel de desarrollo civilizacional e institucional del lugar.

En España nos encanta construir de forma apelotonada, aunque tengamos todo el espacio del mundo para edificar. Ciudades como Salamanca, Zaragoza o Córdoba, se distinguen por el total contraste entre el borde de la ciudad y el campo, mientras que en muchos países (y en Galicia), a veces es imposible averiguar los límites entre poblaciones. Un caso exagerado es la isla de Java, en el que se podría llegar a decir que la isla entera es un continuo poblacional telarañesco de 150 millones de habitantes. En países anglosajones, el acceso a la edificación en suelo virgen está muy liberalizado. En España, por el contrario, los ayuntamientos suelen atesorar la política urbanística con gran esmero, y el devenir urbanístico suele estar muy marcado por la voluntad política del lugar, recalificaciones mediante.

Con respecto a los polígonos industriales, las consecuencias de esta cultura política ha sido el advenimiento de estos polos ultraconcentrados de pymes y manufacturas. Esta disposición geográfica tiene bastantes beneficios por las sinergias naturales que pueden surgir, pero el modelo de administración territorial está obsoleto en este sentido: Santigà no alberga ninguna administración pública que pueda hablar en nombre del conjunto de empresas de la zona y tratar de forma interna las cuestiones que puedan surgir, sino que dependen del ayuntamiento de Santa Perpètua, que está lejos y a por otras cosas.

Este mapa nos da para comentar ciertas cosas. En el modelo tri-estamental de gestión territorial (municipio-región-estado central) toda entidad de gestión ha de estar acoplada a uno de esos tres niveles. Mientras que eso por un lado simplifica las cosas, por otro las puede obstaculizar. En el mapa se ve como recientemente se desvió el cauce del delta del Llobregat para dar pie a una gran ampliación del puerto de Barcelona y la Zona Franca. Pero a causa de la rigidez del modelo territorial, este nuevo espacio, que antes era simplemente prado perteneciente al municipio del Prat del Llobregat, ahora está íntimamente relacionado con el municipio de Barcelona sin que pueda haber ningún tipo de traspaso territorial (no hay voluntad política).

Por otro lado, el Prat alberga el aeropuerto internacional de Barcelona, y aunque la economía y la demografía del municipio estén íntimamente relacionados con él, no se puede decir que sea correcto o deseable que el aeropuerto sea de alguna forma el patrimonio del municipio, como si esta entidad institucional y logística tan apabullantemente grande y compleja tuviera que estar supeditada a los designios del municipio, simplemente por el hecho de que es el más cercano. Este lugar tan especial debería poder considerarse una entidad territorial especial, igual que el puerto, y posiblemente, igual que lugares tales como la UAB o el circuito de Montmeló, que son todos ellos lugares destacables por su magnitud, y por ser circuitos cerrados (de gestión), impermeables a los sucesos y deseos de las poblaciones vecinas.

Por último, este es un mapa por barrios de Barcelona capital. Aquí nos podríamos pasar miles de horas hablando. Estos 74 barrios y 10 distritos son una simplificación que se llevó a cabo en su momento, pero la realidad del terreno es que es una estructura urbana bastante más diversa y compleja, y muchos barrios no están representados oficialmente. Se podrían añadir otros 70 barrios que ya existen hoy urbanísticamente hablando, aunque no administrativamente.

Barcelona y su ayuntamiento están constatando con cada vez más intensidad y aprensión que la legislación se está volviendo muy obsoleta para las necesidades de gestión metropolitana. Ni siquiera la institución AMB (Área Metropolitana de Barcelona, una entidad supramunicipal de la que forman parte 36 municipios, y que se encarga de varias competencias, incluyendo varios temas de transporte y urbanismo) es capaz de imponer plenamente su criterio en la zona metropolitana. Muchos temas que abarcan toda la región necesitan políticas dirigidas con plena autoridad desde Ciutat Vella, pero el ayuntamiento no tiene la capacidad legal para hacerlo. Lo único que puede remediar la situación es una revolución en el aparato legal, esto no parece que esté al caer ni a corto ni a medio… ni probablemente a largo plazo tampoco, desgraciadamente.

Además, hay diversas zonas que el municipio debería prescindir y otras que debería ganar. Se tiene que desprender sobretodo de las zonas montañosas de Collserola, especialmente Vallvidrera, y Collserola debe consagrarse no solamente como un parque protegido, que lo está, sino como una entidad municipal subsidiaria, que sea capaz de tratar a sus habitantes y sus problemas desde más cerca. Por otro lado, quizá sonará polémico decirlo, pero todo lo que esté dentro de la Ronda debe integrarse en el municipio barcelonés, y eso incluye muy principalmente a l’Hospitalet de Llobregat, como undécimo distrito.

Como una de las mayores reticencias (o mejor dicho, oposición frontal) del Hospi a dejarse engullir de forma tan gratuita sería por la pérdida de su régimen democrático, hay que aprovechar la situación para decir bien claro que es necesario que toda entidad local debería poder tener acceso a la formación de un régimen democrático, que podría ser opcional en barrios y obligatorio en distritos. No es serio que una aldea de 200 habitantes tenga derecho a alcalde y consistorio, pero un distrito de 200.000 habitantes no. No es realista pensar que Barcelona, o cualquier otra gran ciudad en su misma posición, vaya a conseguir su sueño de ampliar su imperio de gestión vía centralización competencial, sin que antes tal proceso se haya visto compensado por una descentralización y democratización interna en la estructura de barrios.

Otro tema a comentar es que para conseguir una máxima eficacia en la gestión pública, no sólamente se trata de que existan el mayor número de barrios y distritos posibles, sino que los órganos de gestión y deliberación de cada uno estén adaptados a la idiosincrasia del lugar. Por ejemplo: El distrito de Nou Barris no es un distrito real, con alma propia, sino que es una amalgama de, como su nombre indica, nueve barrios, construidos durante el boom migratorio, cada uno con su identidad distintiva. Esta situación es muy distinta al distrito de Gràcia, que junto con un par de barrios extra adosados, lo que es realmente es una ciudad propia dentro de Barcelona que ya existía antes de la fusión con la capital hace un siglo y pico, y jamás terminó de perder su muy fuerte identidad propia. Estas cosas nos enseñan que tiene que haber una gran flexibilidad en la asunción de las competencias de gestión y normativización por parte de todos y cada uno de los entes territoriales urbanos (y rurales). La estructura administrativa debe adaptarse al tejido orgánico urbano del lugar lo mejor posible, para que los sueños colectivos de cada ente urbano puedan florecer en su máxima expresión.

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